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Naturaleza en las Rías Baixas

Adéntrate en la naturaleza de las Rías Baixas y déjate sorprender por la belleza de sus bosques, cascadas y senderos. 

Más allá de sus playas y del bullicio costero, esta región esconde paisajes que merecen ser descubiertos con calma: rincones donde la vegetación lo cubre todo, el sonido del agua marca el ritmo del paseo y el aire huele a tierra húmeda y a verde. Hay rutas que atraviesan fragas centenarias, otras que te llevan hasta miradores desde los que se ve todo el valle, y también pequeños caminos entre carballos, castaños y molinos que parecen detenidos en el tiempo. Desde el Monte Aloia hasta la Fraga de Catasós, pasando por las fervenzas de Callobre o los senderos fluviales que siguen el curso del Umia, cada parada tiene algo especial.

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Monte Aloia

Al sur de la provincia de Pontevedra, la sierra de O Galiñeiro resguarda uno de los tesoros naturales más emblemáticos de Galicia: el Parque Natural del Monte Aloia. Situado sobre una imponente atalaya a más de 600 metros de altitud, en el entorno de Tui, este espacio ofrece unas vistas privilegiadas sobre el valle del Miño, convirtiéndose en un auténtico balcón natural hacia el sur gallego. 

Declarado en 1978 como el primer Parque Natural de Galicia, su singularidad paisajística y ecológica lo ha convertido en un lugar de referencia para los amantes de la naturaleza y la historia. 

En sus laderas conviven especies autóctonas con otras traídas de lugares lejanos, como cedros del Líbano, abetos, cipreses, alcornoques y acebos, que forman un bosque diverso y sorprendente. El legado cultural también tiene un lugar destacado: un recinto amurallado de origen galaico-romano y una pequeña ermita dedicada a San Xián se integran con armonía en el entorno, custodiados por una frondosa carballeira. 

Varias rutas de senderismo recorren el parque y conducen a cinco miradores perfectamente mimetizados con el paisaje, desde los cuales se despliegan impresionantes panorámicas del río más caudaloso de Galicia. No es casual que este monte, por su posición estratégica, fuera utilizado durante siglos como lugar de refugio y defensa frente a invasiones, especialmente durante los convulsos tiempos medievales. Hoy, en cambio, ofrece al visitante paz, belleza y una conexión profunda con la historia y la tierra.

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Laguna de Pedras Miúdas

Registrada como humedal bajo el nombre de Outeiro da Vila en el Inventario de Humedales de Galicia, este espacio es uno de los ejemplos más sorprendentes de cómo la naturaleza puede recuperar lo que un día pareció perdido. Lo que fue una cantera abierta al uso industrial es ahora un refugio de biodiversidad, un paisaje sereno donde el agua ha dibujado una nueva vida entre la piedra. 

La laguna se funde con el entorno con tal armonía que cuesta imaginar que no haya estado siempre ahí. Gracias a su alto valor ecológico y paisajístico, se logró su protección ambiental, garantizando así la conservación de este singular ecosistema. Visitar Pedra Miúda es contemplar la capacidad regeneradora de la tierra, un rincón perfecto para detenerse, escuchar el canto de las aves, observar la calma del agua y reconectar con el pulso lento de la naturaleza gallega.

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Fraga de Catasós

La Fraga de Catasós, también conocida como la Carballeira de Quiroga, es uno de los bosques autóctonos más destacados de la provincia de Pontevedra. Situada en el municipio de Lalín y declarada Monumento Natural de Galicia, esta fraga alberga imponentes robles y castaños centenarios que alcanzan hasta 30 metros de altura y casi cinco de diámetro, considerados entre los más altos de Europa. 

Un sendero circular de una hora permite recorrer este espacio único, donde además de la exuberante vegetación se pueden descubrir molinos, iglesias, cruceros y antiguos sotos como los de Cardiego y Quiroga. 

El bosque perteneció a la familia Quiroga, emparentada con la escritora Emilia Pardo Bazán, quien se inspiró en este paisaje para escribir parte de Los pazos de Ulloa. Un lugar donde naturaleza, historia y literatura se dan la mano bajo la sombra de árboles monumentales.

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Fervenza de Callobre

El río Curantes, afluente del río Liñares, recorre un paisaje de extraordinaria belleza en el que el agua, modelando la piedra y la vegetación, da lugar a numerosas cascadas a lo largo de su curso. Entre todas ellas destaca la Fervenza de Callobre, una de las más emblemáticas del entorno, ubicada en la parroquia homónima que le da nombre. Este salto de agua, escondido entre los pliegues abruptos del valle, se encuentra en una zona de acceso complicado debido a la accidentada orografía que caracteriza esta parte del territorio.

No obstante, en la segunda década del siglo XXI se llevaron a cabo diversas actuaciones de acondicionamiento que han permitido facilitar la llegada hasta la fervenza. Gracias a la instalación de pasarelas, puentes de madera y barandillas de protección junto al borde del salto, el visitante puede hoy disfrutar de este paraje natural con mayor comodidad y seguridad, sin renunciar a su carácter salvaje y auténtico.

La cascada cae desde una considerable altura, en un entorno donde se alza el antiguo Castro de Callobre, vestigio de la presencia celta que marcó profundamente la identidad de estas tierras. No es de extrañar, por tanto, que el lugar esté envuelto en un halo de misterio y leyenda, como ocurre con tantos rincones mágicos de Galicia.

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Fervenzas de Raxoi y Parafita

A estas maravillas naturales se accede a través de una agradable y sencilla ruta fluvial que discurre por el corazón del concello de Valga, un entorno privilegiado en el que la vegetación autóctona y los bosques de ribera envuelven al visitante en una atmósfera de serenidad y belleza. A lo largo de este breve pero intenso recorrido, de poco más de un kilómetro, el murmullo del agua guía nuestros pasos mientras caminamos por cómodas pasarelas de madera perfectamente integradas en el paisaje.

Uno de los elementos más singulares del trayecto son los antiguos molinos de agua, auténticos testigos de la vida tradicional gallega y parte fundamental del patrimonio etnográfico de la zona. Dispuestos a lo largo del cauce del río, estos ingenios hidráulicos ofrecen una valiosa muestra del modo de vida rural, donde el hombre y la naturaleza coexistían en un equilibrio armónico.

Durante el paseo, el visitante puede detenerse a contemplar varios saltos de agua que, en época de lluvias, adquieren una espectacular fuerza y belleza, formando pequeñas cascadas que aportan dinamismo y frescura al entorno. Todo el recorrido está pensado para disfrutar sin prisa: ya sea en solitario, en pareja o en familia, esta ruta representa una oportunidad perfecta para conectar con la naturaleza, descubrir la historia viva del paisaje gallego y dejarse sorprender por cada rincón del camino.

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Parque de la Naturaleza Río Barosa

En este enclave de gran belleza, la fuerza del agua se convierte en protagonista absoluta: una cascada imponente desciende por la ladera entre un conjunto de antiguos molinos de río, perfectamente integrados en el paisaje. Siguiendo los senderos que serpentean junto al cauce, es posible descubrir un gran número de molinos, muchos de ellos rehabilitados, que permiten conocer de cerca su arquitectura tradicional y su funcionamiento original. 

Además de su valor natural y patrimonial, el parque ofrece un área recreativa ideal para descansar, hacer un picnic o disfrutar de la gastronomía local en alguno de sus dos molinos reconvertidos en restaurante. Un lugar perfecto para detenerse, respirar y dejarse envolver por el rumor del agua y el verdor de la vegetación gallega.

Fraga catasos lalin pontevedra

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