Camino de la Costa
El Camino de la Costa parte en As Rías Baixas desde la desembocadura del río Miño y bordea el litoral atlántico hasta el fondo de la ría de Vigo, donde confluye con el Camino Portugués tradicional. Esta ruta costera, desde A Guarda hasta Redondela, ofrece espectaculares paisajes de playas, acantilados, marismas, bosques y sendas fluviales. Descubrirás un rico patrimonio arqueológico, iglesias y pazos; recorrerás bellos conjuntos históricos; y te sumergirás en la gastronomía, la cultura y las fiestas de este territorio.
El castro de Santa Trega es la mejor carta de bienvenida para las y los peregrinos que recorren esta ruta. Desde el mismo estuario del río Miño, el Camino de la Costa es un espléndido balcón hacia el océano Atlántico, las islas Cíes y la ría de Vigo, que te permitirá vivir en primera persona la cultura marinera y vitivinícola de As Rías Baixas.
Apenas te apartarás de la orilla del mar hasta llegar al Camino Portugués central. Disfruta de este itinerario con aroma a salitre, oficial desde 2016 y que te permitirá conocer la magia de la costa de la provincia de Pontevedra.
Etapa 1. A Guarda-Mougás (Oia)
Distancia: 25 kilómetros
El estuario transfronterizo del Miño es un lugar de extraordinario interés natural, con una enorme diversidad biológica. Destaca su bosque de ribera, sin parangón en Galicia, donde podremos encontrar alisos, sauces, robles, fresnos, chopos, olmos, abedules y laureles. Además, podréis avistar más de medio centenar de especies de aves acuáticas procedentes del centro y el norte de Europa.
La parada en A Guarda te permite disfrutar de las casas típicas marineras, coloristas y estrechas, y de un tranquilo paseo por el puerto. La Praza del Reló y la iglesia de Santa María son puntos de interés que deberías visitar en la localidad.
El monte de Santa Trega reina sobre el estuario y alberga en su cima el asentamiento arqueológico protohistórico más importante de Galicia, con sus características construcciones circulares. La citania se remonta al siglo IV antes de Cristo y da testimonio del comercio prerromano. Merece la pena contemplar el paisaje desde el punto más alto del monte, con el estuario del río, la villa de A Guarda, el océano Atlántico y la playa de A Foz, en Caminha, a los pies. Una imagen irrepetible.
La ruta avanza junto a las playas de Fedorento y Area Grande, donde se han encontrado yacimientos arqueológicos ricos en utensilios elaborados por antiguos pobladores. Sigue camino a las tierras del municipio de O Rosal, famoso por sus vinos de la Denominación de Origen Rías Baixas. Con los acantilados donde baten las olas del océano a nuestros pies, tenemos una vista de gran belleza en la que pueden observarse aves marinas durante todo el año.
En O Rosal podemos realizar además la ruta por los molinos de O Picón y de O Folón, reconocidos como Bien de Interés Cultural (BIC).
La siguiente escala en esta etapa es Oia, tercer ayuntamiento del Camino en Galicia. Aquí es parada obligada el Real Monasterio de Santa María de Oia. Situado junto al Atlántico, su origen se remonta a 1137 bajo la tutela de Alfonso VII de Castilla y, a lo largo de su historia, hasta 1835, fue regido por 140 abades.
Esta etapa concluye en Mougás, donde destaca el puerto, que permite admirar una bella zona de rocas. El lugar atrae también a personas aficionadas al surf por su oleaje, apto para la práctica de este deporte.
A pocos kilómetros de Mougás podemos encontrar A Cabeciña, un conjunto arqueológico con más de 4.000 años de historia, formado por petroglifos, y un castro con monumentales estructuras defensivas e impresionantes vistas del Atlántico. Sus originales grabados rupestres son únicos en Galicia.
Frente al Atlántico se despliega la sierra de A Groba. Desde allí se admira la bocana de la ría de Vigo con las islas Cíes, una joya natural que forma parte del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia.
Etapa 2. Mougás-A Ramallosa
Distancia: 16 kilómetros
Desde Mougás la ruta avanza hacia Baiona, bello municipio con un hermoso conjunto histórico y gran afluencia turística. Justo en el límite del municipio, aún en Oia, se sitúa el faro del cabo Silleiro, que marca la entrada a la ría de Vigo.
En la larga y rica historia de Baiona tiene un valor singular la llegada a su puerto de la carabela Pinta en 1493, lo que convirtió a esta localidad en el primer lugar de Europa que tuvo noticia del Descubrimiento de América.
El centro histórico fue declarado Conjunto Histórico-Artístico, y destacan como principales puntos de interés la capilla de Santa Liberata; la antigua colegiata de Santa María, construida entre los siglos XII y XIV de estilo románico con influencias cistercienses; el hospital Sancti Spiritus; las fuentes de Ceta y Pombal; y el crucero de la Santísima Trinidad.
Mención aparte merece la fortaleza de la península de Monterreal; sus 18 hectáreas están rodeadas por tres kilómetros de murallas almenadas construidas entre los siglos XI y XVII. Desde la fortaleza y su entorno se contemplan espléndidas vistas de las Cíes.
El itinerario avanza hacia Nigrán, el siguiente municipio del Camino. El puente románico de A Ramallosa, que lo une con Baiona, fue construido en la desembocadura del río Miñor en el siglo XIII. En el centro se halla un crucero con un peto de ánimas y una imagen de san Telmo.
Otros puntos destacados son la iglesia y el pazo de Cadaval. Al paso por el puente de A Ramallosa una marisma se extiende ante nuestros ojos. Terminaremos nuestra etapa en el pazo de Pías o albergue de las Damas Apostólicas. Toca reposar antes de continuar la ruta. Mañana, rumbo a Vigo.
Etapa 3. A Ramallosa-Vigo
Distancia: 20 kilómetros
Los pazos son uno de los muchos atractivos de esta ruta a orillas del Atlántico y As Rías Baixas. El itinerario pasa junto al de Cadaval-Urzaiz, declarado Bien de Interés Cultural y cuyo origen se remonta al siglo XIV. La casa solariega está rodeada por un bello conjunto ajardinado.
Otro de los pazos en la ruta es el de Cea, también en el municipio de Nigrán, construido en el siglo XVI y distinguido como Monumento Histórico y BIC.
Nigrán destaca por sus arenales, entre los que son especialmente reconocidos A Praia América, Panxón y Patos, donde miles de bañistas acuden durante el verano para disfrutar de sus días de ocio. Además, Patos es muy apreciada por las personas amantes de los deportes náuticos, ya que es apta para modalidades como el surf o el windsurf.
El trayecto continúa hasta Vigo, la ciudad más grande de Galicia, a través de la senda fluvial del Lagares, el principal río de la ciudad olívica. Su curso lleva a las y los peregrinos hasta el bello parque de Castrelos, el lugar perfecto para tomarse un descanso. En la parte alta se encuentra otro pazo, el de Quiñones de León, que alberga el museo de la ciudad, con ricas colecciones de arqueología, escultura, dibujo, cerámica, pintura de diversas escuelas y artes decorativas.
El origen del edificio se remonta al antiguo pazo de Lavandeira, levantado hacia 1670. Sus jardines de estilo barroco e inspiración francesa, en la parte posterior del edificio, datan del siglo XIX; llaman la atención sus laberínticos setos de mirto y la rosaleda. En la parte baja se sitúa el jardín inglés, también llamado Pradera del Té, que presenta numerosas variedades de plantas ornamentales y exóticas.
La etapa termina en la iglesia de la Inmaculada Concepción, también llamada de los Picos e inspirada en Le Corbusier.
Etapa 4. Vigo-Redondela
Distancia: 17 kilómetros
Una buena forma de empezar la etapa es callejear por el casco viejo de Vigo y disfrutar de su animado ambiente.
Allí se encuentra la concatedral de Santa María, el principal templo de la ciudad, en el que se guarda la imagen del Cristo de la Victoria, símbolo religioso de Vigo. La procesión del Cristo atrae el primer domingo de agosto de cada año a decenas de miles de personas.
La plaza de A Porta do Sol, a medio camino entre el barrio histórico bajo y el alto, es uno de los puntos neurálgicos de la ciudad. Está justo a la entrada de la calle de O Príncipe, milla de oro comercial de Vigo, y junto al ensanche, la zona de ampliación urbana que creció progresivamente desde finales del siglo XIX. Allí encontraremos interesantes edificios de distintas escuelas arquitectónicas.
Vigo ofrece estupendas vistas panorámicas al mar sobre esplendidos miradores como el del paseo de Afonso XII, a 500 metros de A Porta do Sol, o el de la magnífica fortaleza de O Castro. Desde allí se divisa el puerto, uno de los más pujantes de Europa, al fondo las islas Cíes y enfrente la península de O Morrazo, con excelentes playas.
El Camino sale de Vigo a través de la Ruta da Auga, que ofrece una rica variedad natural y excelentes vistas, y avanza hacia Rande, escenario de la épica batalla naval del 23 de octubre de 1702 entre la flota hispanofrancesa y la armada angloholandesa, vencedora ésta última de la contienda. Estos hechos dieron lugar a leyendas sobre tesoros y riquezas ocultas en las aguas de la ría.
La ruta se adentra en la ensenada de San Simón, zona catalogada como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y rica en aves acuáticas. Destaca también por el cultivo de bivalvos, con las ostras como manjar principal.
Frente a la costa emerge la isla de San Simón, que a lo largo de su historia ha sido desde centro monástico hasta campo de concentración, lazareto y hogar para la formación de huérfanas y huérfanos de marineros.
En el paseo por Redondela las y los caminantes encuentran un rico patrimonio civil y religioso, en el que destacan el pazo de Torrecedeira, construido en el siglo XVII, y la iglesia de Santo André de Cedeira, de estilo barroco y datada en el siglo XVIII.
La Edad del Bronce dejó un rico legado de yacimientos, desde petroglifos hasta complejos funerarios y grabados rupestres en Redondela. La romanización dio relevancia a la localidad y, precisamente el Camino de Santiago, aumentó su importancia en el Medievo. Son característicos sus viaductos del ferrocarril y su bello conjunto histórico.