Las casas circulares de los castros de As Rías Baixas se enmarcan en paisajes de leyenda. Santa Trega, O Facho, Castrolandín, A Lanzada... El antiguo pueblo galaico dejó su huella en lugares estratégicos de la costa y el interior. Visitar estos poblados os trasladará a otro tiempo.
La piedra se aferra al paisaje desde hace miles de años en parajes de extraordinaria belleza para convertirse en testigo de la historia de la provincia de Pontevedra. Los castros, poblados autóctonos construidos en la Edad del Hierro, perduraron habitados varios siglos hasta su ocaso tras la ocupación romana. Con el tiempo cayeron en el olvido y acabaron ocultos bajo tierra, pero ahora emergen de nuevo tras exhaustivas excavaciones para recuperar estos tesoros.
Santa Trega (A Guarda)
Situado en un impresionante enclave en lo alto de un monte en la villa marinera de A Guarda, en la confluencia del estuario del río Miño y el Atlántico, se encuentra el impresionante castro de Santa Trega, cuyo periodo de ocupación comprende desde el siglo IV a. n. e. hasta el siglo I.
El lugar tenía un fuerte componente estratégico y simbólico, pues en sus laderas existe un buen número de grabados rupestres de la Edad del Bronce. Tras sucesivas excavaciones se sabe que su extensión sobrepasa las 20 hectáreas, aunque actualmente sólo son visibles cuatro sectores: el barrio norte o Calvo, el central o Mergelina, la puerta sur y varias cabañas en la cima.
Las primeras referencias escritas sobre este yacimiento aparecen en la segunda mitad del siglo XIX y en ellas se recogen toda una serie de hallazgos casuales de piezas arqueológicas dispersas por todo el monte, desde la cima hasta la orilla del río Miño. Destaca una estatuilla de bronce hallada en 1860 que representa a Hércules.
A Lanzada (Sanxenxo)
El yacimiento arqueológico de A Lanzada, en Sanxenxo, situado junto al mar en un lugar de extraordinaria belleza, tuvo un periodo de ocupación muy extenso durante el que se le dieron diversos usos. Las fases más significativas son las del poblado galaico (s. V-II a. n. e.), la factoría de salazones (s. III-II a. n. e.), la ocupación romana y necrópolis (s. I-III), la pequeña iglesia y necrópolis (s. IV-V) y la fortaleza medieval (s. XI-XV).
Como otros asentamientos antiguos del Bronce Final en la costa, el de A Lanzada sigue habitado en la Edad del Hierro, pero con una peculiaridad: no existen evidencias de fortificación, lo que le confiere una singularidad única en el noroeste peninsular. Su extensión es considerable y representaba un emporia comercial de larga duración que continuó creciendo con el paso de los siglos y la introducción del noroeste peninsular en los circuitos comerciales del mundo antiguo.
El elemento más conocido de los documentados es la extensa necrópolis, excepcional por el buen estado de conservación de los huesos. En la Edad Media la ocupación del espacio se desplaza hacia la punta del cabo, dónde en el siglo XI se construirá una fortaleza para defender la costa de incursiones sarracenas y normandas.
O Facho (Cangas)
Al igual que el castro de Santa Trega, el periodo de ocupación de O Facho fue muy extenso, pues su vida abarca desde el siglo VIII a. n. e. hasta el IV o V. Este yacimiento corona la cima del monte del mismo nombre en Cangas, un emplazamiento con esplendidas vistas a las islas Cíes y a la Costa da Vela.
El de O Facho es un yacimiento único, conocido internacionalmente por albergar un santuario de época romana en el que se documentaron más de un centenar de aras. En él se aglutinan estructuras de diversos periodos históricos y sus particularidades son tales que han hecho que se valorare la posibilidad de que el universo religioso reflejado en las aras de época romana pudiese recrear cultos de épocas precedentes.
Así, es posible que el yacimiento de la Edad del Hierro se corresponda con un santuario en el que se desarrollaban actividades de carácter ritual.
A Cabeciña (Oia)
Este yacimiento del municipio de Oia se sitúa también en un entorno paisajístico privilegiado y nos ayuda a comprender la transición entre el Bronce Final y la Edad del Hierro. Su etapa de ocupación abarca el periodo entre los siglos X y VIII a. n. e.
Aquí se levantó un recinto fortificado con una gran muralla. En el espacio extramuros se ubica una estación de arte rupestre en la que destacan los grabados de combinaciones circulares incompletas engarzadas unas con otras.
Estos motivos decorativos, excepcionales en Galicia, son idénticos a los documentados en la fase final del megalitismo en lugares como el dolmen de Gavrinis, en la Bretaña francesa. A Cabeciña se integra en una red de castros fundamental para intercambiar ideas y objetos a comienzos del primer milenio a. n. e.
Alobre (Vilagarcía de Arousa)
El Castro se encuentra en las inmediaciones de la actual zona del puerto de Vilagarcía de Arousa, en un emplazamiento de importantes dimensiones que en su día estaba bañado por el mar. En Alobre podremos comprender cómo la proximidad de un medio era la base de la economía de ese grupo humano. En este caso, la pesca sería una parte importantísima de la economía del castro. Se trata de un excelente ejemplo para comprender cómo funcionaban la mayor parte de los castros costeros de la provincia de Pontevedra.
Este asentamiento fue estudiado en el siglo XIX por numerosos expertos que datan su ocupación entre el siglo I a. n. e. y el siglo III. Los materiales documentados durante las campañas de excavación evidencian fuertes lazos con el mundo mediterráneo, en especial con el sur de la península ibérica, la península itálica y las islas Baleares, lo que lo convierte en un yacimiento de excepcional interés patrimonial y científico.
Los restos metálicos son especialmente relevantes, sobre todo los de bronce, con más de 400 ejemplares.
Castrolandín (Cuntis)
El poblado fortificado de Castrolandín, muy próximo al centro de la localidad termal de Cuntis, que data de finales de la Edad del Hierro, estuvo habitado entre el siglo IV a. n. e. y el siglo I. Las excavaciones realizadas en 2004 documentaron la existencia de dieciocho estructuras de diversa cronología, funcionalidad y número de plantas, de las que pueden visitarse diez.
El poblado contaba con una entrada escalonada y monumental defendida por dos torreones. En el interior de la croa o acrópolis se distribuían diferentes estructuras, configurando unidades familiares con pequeños patios, escaleras, almacenes y casas. En la época romana el yacimiento se abandona casi en su totalidad, manteniéndose solo una vivienda en pie.
Monte de O Castro (Ribadumia)
En la comarca de O Salnés, inmerso en la naturaleza, aparece el monte de O Castro, en Ribadumia. El periodo de ocupación de este poblado fortificado se sitúa entre el siglo VI a. n. e. y el siglo I. Los tres sectores abiertos en las campañas desde 2011 permitieron encontrar restos constructivos castreños con la peculiaridad de que eran totalmente diferentes.
En el sector norte se documentó un área habitacional compuesta por varias cabañas circulares y ovaladas; el central puede considerarse la zona artesanal, con vestigios de cuatro estructuras, una de ellas relacionada con el trabajo metalúrgico; y en el sector sur se identificó una edificación de planta rectangular interpretada como zona de almacenaje por la aparición de ánforas romanas. En las cuatro campañas de excavación llevadas a cabo se intervino un área de 4.800 metros cuadrados y se documentaron 2.039 unidades estratigráficas y más de 100.000 piezas arqueológicas. El material más abundante es la cerámica.
Adro Vello (O Grove)
Contiguo a la playa de O Carreiro, en O Grove, está ubicado este importante yacimiento arqueológico que goza de una vista privilegiada a la ría de Arousa. Los datos obtenidos durante las intervenciones hablan de la presencia de una factoría de salazón tal vez relacionada con una villa romana o anterior a ella. Sobre los restos del asentamiento romano se erigió un edificio eclesiástico y una necrópolis de inhumación. Finalmente se instaló una torre y se monumentalizaron las estructuras, quizás en relación a la vigilancia de la ría de Arousa por la amenaza vikinga.
Penalba (Campo Lameiro)
El interior de la provincia de Pontevedra resguarda un auténtico tesoro arqueológico en Campo Lameiro. Allí se encuentra el castro de Penalba, en un área con una gran concentración de grabados de arte rupestre, fue en origen un asentamiento estable del Bronce Final con una economía agrícola y recolectora. En la cima se conserva la Pedra da Serpe, un petroglifo asociado a rituales de fecundidad. En una segunda fase se levantó el sistema defensivo del poblado.
Castro de Troña (Ponteareas)
El castro de Troña es un poblado situado en el municipio de Ponteareas. Como muchos de los castros de Galicia, tuvo su esplendor entre el siglos I a. n. e. y el II. Muralla, foso y parapetos conforman el sistema defensivo de este poblado. El yacimiento alberga treinta construcciones de variada tipología: se pueden observar construcciones de planta circular, elíptica, cuadrada y rectangular. En el recinto destaca un importante petroglifo en posición heráldica conocido como A Serpe de Troña, un grabado en la cara vertical de la roca.
Castro de A Subidá (Marín)
También conocido como Castro da Porteliña, el de A Subidá es un asentamiento romanizado que se localiza temporalmente entre los siglos I y IV d.n.e. Son más de tres hectáreas de superficie delimitadas por un doble amurallamiento. Se encuentra entre las parroquias de San Xurxo de Mogor y San Xián y por este yacimeinto discurre la ruta de senderismo del Coto das Penizas, que parte del lavdero del río Lameira y asciende un kilómetro hacia el poblado.
Esta ladera fue sondeada en los años ochenta, descubriéndose varias casas circulares. En 2011 se trabajó de nuevo sobre el terreno para restaurar varias estructuras de habitación.
Muchos son los materiales documentados en el castro de la Subidá, pero los más salientables son los relacionados con la metalurgia. Colgantes, crisoles y demás materiales nos permiten acercarnos a una de las actividades más importantes de la Edad de Hierro, no solo en el noroeste, sino en toda la Península Ibérica. El Museo de Pontevedra custodia gran parte de los bronces localizados.
Castro de Toiriz (Silleda)
La musealización de Toiriz por parte de la Diputación de Pontevedra convirtió al castro de Silleda en un referente cultural y turístico dentro del patrimonio de la provincia de Pontevedra. Es uno de los alrededor de 20 asentamientos de la época castreña de los que se tiene constancia en este municipio de la comarca de Deza.
El Castro de Toiriz, de la Edad de Hierro, lo forman dos recintos amurallados, uno casi circular situado en la parte superior del cerro, en la corona (Eira dos Mouros) y otro, que se desarrolla a una cota inferior pegado al anterior por la parte sur y este. Hacia la parte exterior de este último recinto aparece en paralelo un sistema defensivo compuesto de foso y parapeto.
Desde el año 2004 se vienen realizados actuaciones para su restauración y puesta en valor y en 2006 se crea el Colectivo pola Recuperacióin de Os Castros de Toiriz que trabaja en su recuperación. Por los restos de cerámicas que se encontraron, los arqueólogos calculan que la aldea fortificada pudo ser levantada hacia el siglo IV a. n. e. Además de su valor patrimonial, los Castros de Toiriz son objeto de numerosas leyendas populares.