Fiestas en Rías Baixas

Fiestas

Festa do Xamón

La excelente curación del jamón de A Cañiza

Una fiesta que ensalza los productos obtenidos del cerdo

El Atlántico, el Miño y las islas Cíes. La buena comida y el buen albariño. Todo aquel que llega a Galicia sabe que esta comunidad costera es famosa por sus platos marineros y, en especial, por el marisco.

En Galicia gusta la variedad, y en el interior se puede disfrutar de buena comida. Prueba de ello es la mitad de siglo que ya ha cumplido la famosa Feria del Jamón de A Cañiza. El secreto reside en el buen hacer, y está claro que una cultura ligada a ello y el clima también ayudan.

Por un lado, la buena crianza del cerdo, y por otro, la antigua tradición de la matanza del animal, que hasta hace bien poco se realizaba en cada aldea, especialmente en las del interior. Un trabajo que se completaba gracias al microclima, que proveía al jamón de una envidiable curación y garantizaba su conservación en las propias casas de los vecinos.

Festa do Xamón de A Cañiza

Este proceso terminaba con su disposición en el plato, y para ello un buen corte era y sigue siendo esencial. Todo un arte que reúne a buenos cortadores en la feria.

Si bien es un plato muy conocido en España, cabe mencionar que se trata de la única fiesta gallega dedicada a este manjar, y nunca mejor dicho, pues antiguamente el que criaba al cerdo lo vendía para beneficio de la familia y así poder subsistir el resto de la temporada.

Declarada Fiesta de Interés Turístico de Galicia, es una buena excusa para acercarse a A Cañiza y probar cada uno de los platos que se ofrecen durante la feria, como el jamón curado o asado, en cocido, en tortilla y en empanada. Y todo el que lo desee puede acompañar la comida con un vino local de O Condado do Tea, Denominación de Origen Rías Baixas.

Para ver y recorrer

Después de comer, una buena idea es pasear por el Camiño da Raíña y por alguno de los pazos que se encuentran en la zona, como el pazo de A Fraga, los pazos de Cuco-Ruxo, Ribeira y Salgado o el de Barreiro.

Otra opción es acercarse al santuario de A Franqueira, a apenas 30 minutos en coche, y descubrir el antiguo arte de refrigeración de los neveiros.