Abrazada por el Miño y el Atlántico
Abrazada por el río Miño y el océano Atlántico, su centro de vida y ocio gira alrededor del puerto, entre el bullicio de los barcos y las y los vecinos y visitantes que los despiden cuando salen a faenar.
La influencia marinera se percibe en cualquier rincón de la localidad, dando un paseo por sus estrechas calles empedradas y hermosas plazas, y en sus construcciones típicamente marineras. Su emplazamiento estratégico fusiona paisajes de litoral, río y montaña que rodean el pueblo de abundantes recursos naturales. En A Guarda se daban las condiciones perfectas para el establecimiento de una dinámica población.
La joya de la corona de la región es el monte Trega, que emerge entre el océano Atlántico y el río Miño como una perfecta atalaya
A nivel arquitectónico destaca la colorida fachada marítima, que forma parte de su centro histórico y es una de las estampas más reconocibles de As Rías Baixas. Se trata de un conjunto de viviendas bajas de múltiples colores integrado en el barrio de A Mariña, cuyas edificaciones son de las más antiguas del pueblo.
La joya de la corona de la región es el monte Trega, que emerge entre el océano Atlántico y el río Miño como una perfecta atalaya. Nos ofrece unas impresionantes vistas sobre el estuario, la frontera portuguesa y el centro histórico guardés.
Manteniendo la tradición de los pueblos marineros de Galicia, A Guarda es conocida también por sus multitudinarias fiestas populares, entre las que sobresalen la Festa do Monte, la Fiesta de la Langosta -su plato por excelencia- y la Fiesta del Roscón de Yema, que es uno de los postres típicos de la gastronomía del sur de Pontevedra.